Me despierto. Sigue siendo de noche, estoy sudando, estoy desorientado.
Tengo sueño pero a la vez tengo los ojos muy abiertos, es una sensación desconcertante. Me incorporo, miro a la derecha y solo veo el cielo oscuro y algunos puntos de luz que iluminan tenuemente el lugar. Cansado, me vuelvo a tumbar en la cama. Cierro los ojos, dejo que mis pensamientos vaguen de un lado a otro, sin pensar en nada en concreto. Y me vuelvo a dormir...
Me despierto. Algo ha cambiado desde la última vez. Miro el reloj, sólo han pasado unos minutos desde la última vez. Sigo estando cansando, pero ahora no es eso lo que me preocupa.
Lo que me preocupa ahora es una extraña sensación que tengo de tristeza y nervios...
Un cambio de vida, me lo había planteado numerosas veces, cuando de pequeño mi padre me decía: <¿qué te parecería vivir allí?> Yo decía que sí sin pensarlo, y me sentía muy feliz pensando en tener una casa nueva, con jardín, con un perro con el que jugar y cuidar...
Pero cuando ese cambio que siempre habías soñado ocurre, una extraña sensación te invade. Porque lo tienes delante, todo muy cerca, y ya sabes que no podrías dar marcha atrás aunque quisieras. Es... una decisión irrevocable.
Y te encuentras solo, en tu cama, en medio de la noche, del silencio, y piensas en cómo te irá todo, si serás feliz, si harás eso, o aquello, si conocerás a más o menos gente...
Si serás feliz...
Ese pensamiento me asalta una y otra vez. Siempre me preocupé porque los que estaban a mi alrededor fueran felices, siempre hacía todo lo posible porque se sintieran mejor, porque así yo me sentía mejor.
Siempre me sentí muy implicado con los demás. Incluso, en los malos momentos, intentaba interponerme al problema que pudieran tener, estando siempre alerta, esperando a algún problema que pudiera interponerse en la tranquila vida que llevaban... Cuando entre dos personas había problemas, yo me sentía mal, muy mal, me sentía parte de ellos, y al ver que permanecían enfadados un tiempo, yo me sentía mal todo ese tiempo...
Por esa razón, y porque había estado interceptando numerosos problemas últimamente, no me había parado a pensar, en mí mismo...
Siempre me sentí muy implicado con los demás, y por tanto, necesitaba que los demás se sintieran bien, para así conseguir sentirme bien yo...
Todos estos pensamientos se fueron mezclando entre sí, y me dormí, agotado.
A la mañana siguiente unos sonidos muy peculiares me sobresaltaron: Niños gritando, y gritaban bastante. Hice una mueca de enfado, y me puse en pie. Me vestí, bostezando, y bostezando salí por la puerta unos minutos más tarde.
El frío de la mañana me despertó rápidamente. Me abrigué con los brazos y caminé hacia el que sería un día dificil.
Cuando llegué, desorientado, pero bastante atento a todo a mi alrededor: Un grupo de chicos mayores hablaban entre sí animados. Otros, se contaban la última película vista en el cine el fin de semana anterior. Seguí caminando. Una pareja estaban sentados en el suelo, agarrados de la mano, pero mirando a lugares diferentes...
Las horas han pasado, acaba el día y llego a casa, y casi todo el día un pensamiento me ha rondado la cabeza: Cuando era pequeño y pensaba en cambiar de vida.
Habían pasado los años y tenía algo de miedo de aquello.
Pero había pasado un día, y no había estado nada mal.
Me sentí feliz, en una vida nueva, y podría seguir haciendolo, sin duda alguna.
sábado, 2 de octubre de 2010
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