sábado, 4 de diciembre de 2010
¿Alguna vez..?
Montones de veces, con una vida perfecta, sin problemas ni preocupaciones, ni quebraderos de cabeza. Sin situaciones en las que llorar por tristeza, miedo, frustración o simple desconocimiento del camino que hay que tomar en una situación.
Una vida en la que despiertas por la mañana y sabes lo que te depara el día, sabes que acabaras como empezaste: con el estómago lleno, abrigado, seguro, y feliz y despreocupado.
Una vida rodeado de objetos caros y que me hicieran pasarlo bien muchas horas al día, mucha gente a mi alrededor que hiciera lo que yo quisiera o necesitara. Gente que me dijera lo bien que va todo, o me recordara las cosas qué hice, las buenas, nada malo...
Sería una vida perfecta, .muy feliz, una vida soñada...
Por eso, cuando me despierto una mañana como ésta, fría y algo indecisa... Sin la certeza de cómo acabará el día, sin saber qué gente habrá a mi alrededor y si ésta me dirá cosas buenas o malas. Sin un rumbo fijo, sin una única dirección...
Pero lo pienso dos veces, y me doy cuenta de que una vida así no es una vida real, así que... ¿Por qué no me despierto y trato de mejorar mi vida? Y abro los ojos y me pongo en pie.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Crecer contigo...
Yo era uno mismo, abierto, sencillo, sin trampa ni cartón. Todo lo que se veía de mi era mío, no escondía nada. Tú eras una persona que para mi era más dificil, más.. complicada. Porque podía averiguar cosas de ti, pero había otras que no sabía. Y no me gusta no saber...
Pasó el tiempo, la vida seguía tranquila, sin alteraciones. Hasta que un día llegaste tú y la cambiaste por completo.
He vivido muchas experiencias contigo, sobre todo, he crecido contigo. He pasado de ser un niño o así me sentía yo, a ser menos niño. He pasado de tener una vida muy despreocupada a vivir algo muy especial, sentirme responsable, sentirme querido...
Te he querido muchísimo, hemos crecido juntos, hemos vivido mucho, compartido experiencias, y sobre todo nos hemos sentido bien juntos...
Tengo muchos recuerdos tuyos, muchas canciones que me recuerdan a ti, muchas horas, días, meses juntos.
Tus ojos pequeños que me miraron tantas veces... Tus manos me abrazaron tanto. Tus labios y los míos se encontraron tantas veces... Gracias.
Gracias, por darme tantísimo y nunca pedirme nada.
sábado, 13 de noviembre de 2010
Te agradezco tanto..
Recuerdo perfectamente que me fui, tenia cosas que hacer y muchas cosas en mente. No tenía tiempo para fijarme en nada ni para pensar. Pero cuando me detuve y lo hice:
Pasó el tiempo, no demasiado, porque por aquel entonces mi vida se antojaba lenta y calmada; yo agradecía esto, porque estaba disfrutando bastante de cada mañana, cada pequeño rayo de sol que atrapaba para mí, cada sonrisa que veía entre muchas caras tristes, cada nuevo rostro en aquel lugar que me parecía cada día más familiar...
Y un día logré verte. Ibas acompañada, y gracias a un amigo, o el destino o a lo que quieras.. pude hablar contigo.
Ese fue el primer día juntos, y por suerte no el último.
Los días juntos se continuaron. Tú me parecías una chica no uno, sino varios escalones por encima de mí, y sin embargo nos tratábamos como iguales, aunque hubiera alguna que otra diferencia notable entre nosotros.
De esta forma te convertiste en una buena amiga, a la que apreciaba, y que me alegraba ver en los ratos que tenía libres en aquel lugar tan atestado de gente.
Un día, casi sin quererlo, nos vimos en una situación en la que al menos yo, no sabía como actuar. Era un momento decisivo, importante para mí. Para ti simplemente era un momento, se te veía tan relajada...
Pasó una hora, dos, tres... Y yo me sentía cada vez más unido a ti, y menos impresionado por ti. Me parecías una chica ya no tantos escalones por encima. Porque me había dado cuenta de que quizás yo podía subir unos escalones si me lo proponía, y estar a tu altura.
Y entonces poder mirarte a los ojos y besarte.
Y tú me respondías con una mirada, dulce y atrevida, cariñosa y de enfado, en un perfecto equilibrio, debido a mi actitud, de joven inmaduro y espontáneo; pero como sabes también responsable y con las ideas ordenadas: cuando tú no estabas conmigo.
Podría decirse que formábamos una sociedad interesante, con nuestras cosas en común, que eran algunas, y otras tantas diferencias, aunque si te soy sincero no me viene a la mente ninguna...
De esta manera, cayó la noche, pero yo me sentía con una gran luz cegadora dándome en la cara, la que desprendían tus ojos cuando se acercaban a los míos..
Pasaron los días, te veía, me veías, nos veía toda la ciudad, como a dos jóvenes sinceros, agarrados de la mano atravesando coches y personas para encontrar un hueco donde estar juntos, y poder establecer contacto visual de nuevo...
Tengo tanto que agradecerte... Me has hecho sentir algo que hacía mucho que no sentía. Aunque pensándolo mejor nadie me ha dado nunca nada de la manera en que tú lo hacías. De una manera desenfadada, cariñosa, atrevida, cauta a veces, espontánea y calculada... volvemos a tu perfecto equilibrio...
Muchas veces me asomo a la ventana, y no puedo evitar sentirme mal, porque por circunstancias que tú y yo sabemos no puedo mirarte a los ojos muy a menudo... Pero he comprobado con el tiempo que si cierro los míos, y me concentro lo suficiente, soy capaz de recordar cada momento pasado juntos, cada mirada que me dedicaste, cada abrazo, saludo, cada beso... tierno, lento, tranquilo, sentido.. ; cada insignificante detalle que aprendí de ti pero que poco a poco se convertían en detalles mayores, que aprendí ese tiempo, en aquel lugar, con toda la gente que había por allí...
Tengo mucho que agradecerte, muchas miradas que devolverte, muchos abrazos que darte, si te apetece muchos besos que darte y muchos detalles que mostrarte. Además que tengo mucho cariño que demostrarte.
De esta manera no me siento mal, te recuerdo, te tengo en mi cabeza, donde somos tú y yo, pensamientos que viajan de un lado a otro juntos.
Se me olvidaba decirte; me hablaste una vez del fenómeno de acción-reacción, donde ocurría algo que desencadenaba que ocurriera otra cosa... Si te llamo, ¿vendrías? Si pido un deseo, ¿se cumplirá?
Eres un gran recuerdo, una experiencia muy bonita vivida, pero sobre todo eres tú, esa chica tan especial..
Deseo poder verme reflejado en tus ojos muy pronto, con todo lo que eso implica.
"Derecho al delirio"
http://www.youtube.com/watch?v=a_tW9WJUVdw
Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:
el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;
la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;
se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;
los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;
nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;
el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;
la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;
nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;
la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;
la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;
una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;
en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;
seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;
la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.
...
Pero después pienso en amar a otras personas diferentes, personas que no serían como ninguna de las que conozco, y a las que quiero...
Entonces despierto, y sigo con mi vida, conocida, de siempre, monótona, dificil, fría a veces, y otras cálida e intensa, repleta de gente y a veces solitaria... y querida.
jueves, 11 de noviembre de 2010
Luz y Oscuridad
Continuará
domingo, 31 de octubre de 2010
Otro poema, =)
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Poema de amor
Me basta así, de Angel Gonzalez.
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
jueves, 21 de octubre de 2010
Amor...
"...Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única..."- Jose Luís Borges.
"La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación"- Lope de Vega
"Yo amo, tú amas, el ama, nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad".
Espero que compartáis mucho de lo que sentís, =D
viernes, 8 de octubre de 2010
Un día como otro cualquiera.
Comienzo a caminar, entre la gente que abarrota esa plaza. Me dejo llevar, sin ir a ningún sitio en concreto, y simplemente me rodeo de gente, los veo reir, hablar, tocar la guitarra, charlar animadamente en un idioma desconocido... Me gusta hacer eso, me gusta sentir esas historias, flotando en el aire, cada una tan compleja, y a veces tristes, pero muchas otras felices...
Y continuo andando, y empapándome de aquel ambiente, despreocupado, animado, aquello que me gusta tanto. Llego a mi destino, y éste cambia a partir de ese momento...
Vuelvo salir a la calle, voy a otro sitio, este más animado que el anterior.
Allí pasan las horas, y cuando parecía que aquel día parecía como cualquier otro, apareció ella.
Continuará...
sábado, 2 de octubre de 2010
Comienzos
Tengo sueño pero a la vez tengo los ojos muy abiertos, es una sensación desconcertante. Me incorporo, miro a la derecha y solo veo el cielo oscuro y algunos puntos de luz que iluminan tenuemente el lugar. Cansado, me vuelvo a tumbar en la cama. Cierro los ojos, dejo que mis pensamientos vaguen de un lado a otro, sin pensar en nada en concreto. Y me vuelvo a dormir...
Me despierto. Algo ha cambiado desde la última vez. Miro el reloj, sólo han pasado unos minutos desde la última vez. Sigo estando cansando, pero ahora no es eso lo que me preocupa.
Lo que me preocupa ahora es una extraña sensación que tengo de tristeza y nervios...
Un cambio de vida, me lo había planteado numerosas veces, cuando de pequeño mi padre me decía: <¿qué te parecería vivir allí?> Yo decía que sí sin pensarlo, y me sentía muy feliz pensando en tener una casa nueva, con jardín, con un perro con el que jugar y cuidar...
Pero cuando ese cambio que siempre habías soñado ocurre, una extraña sensación te invade. Porque lo tienes delante, todo muy cerca, y ya sabes que no podrías dar marcha atrás aunque quisieras. Es... una decisión irrevocable.
Y te encuentras solo, en tu cama, en medio de la noche, del silencio, y piensas en cómo te irá todo, si serás feliz, si harás eso, o aquello, si conocerás a más o menos gente...
Si serás feliz...
Ese pensamiento me asalta una y otra vez. Siempre me preocupé porque los que estaban a mi alrededor fueran felices, siempre hacía todo lo posible porque se sintieran mejor, porque así yo me sentía mejor.
Siempre me sentí muy implicado con los demás. Incluso, en los malos momentos, intentaba interponerme al problema que pudieran tener, estando siempre alerta, esperando a algún problema que pudiera interponerse en la tranquila vida que llevaban... Cuando entre dos personas había problemas, yo me sentía mal, muy mal, me sentía parte de ellos, y al ver que permanecían enfadados un tiempo, yo me sentía mal todo ese tiempo...
Por esa razón, y porque había estado interceptando numerosos problemas últimamente, no me había parado a pensar, en mí mismo...
Siempre me sentí muy implicado con los demás, y por tanto, necesitaba que los demás se sintieran bien, para así conseguir sentirme bien yo...
Todos estos pensamientos se fueron mezclando entre sí, y me dormí, agotado.
A la mañana siguiente unos sonidos muy peculiares me sobresaltaron: Niños gritando, y gritaban bastante. Hice una mueca de enfado, y me puse en pie. Me vestí, bostezando, y bostezando salí por la puerta unos minutos más tarde.
El frío de la mañana me despertó rápidamente. Me abrigué con los brazos y caminé hacia el que sería un día dificil.
Cuando llegué, desorientado, pero bastante atento a todo a mi alrededor: Un grupo de chicos mayores hablaban entre sí animados. Otros, se contaban la última película vista en el cine el fin de semana anterior. Seguí caminando. Una pareja estaban sentados en el suelo, agarrados de la mano, pero mirando a lugares diferentes...
Las horas han pasado, acaba el día y llego a casa, y casi todo el día un pensamiento me ha rondado la cabeza: Cuando era pequeño y pensaba en cambiar de vida.
Habían pasado los años y tenía algo de miedo de aquello.
Pero había pasado un día, y no había estado nada mal.
Me sentí feliz, en una vida nueva, y podría seguir haciendolo, sin duda alguna.
viernes, 14 de mayo de 2010
Volando había visto pueblos, ciudades, paises, montañas, rios, mares... Casi no recordaba ya sus primeros viajes, cuando era apenas un niño. Sus padres murieron cuando él era pequeño, pero no había tenido problema en vivir solo, ya que podía volar... Y nadie podía.
Pero los años habían pasado, y aquel chico que debía haber crecido en el suelo había crecido en el cielo, volando.
Pero volando solo.
El chico había tenido el poder de volar, único en todo el mundo. Había conseguido todo lo que había querido cuando lo había querido. Pero no se había relacionado con nadie prácticamente...
Y se sentía solo.
El chico intentaba hablar con la gente, pero no sabía que decirles para tratar con ellos. Intentaba establecer contacto con los demás, pero le tenian mucho respeto y la mayoría de las veces ni siquiera le dirigian el saludo que este les daba. Él se sentía muy mal, y llegó a olvidar cómo se sonreía.
Hasta que un día volando no muy alto vio dos figuras corriendo por una explanada. Decidió bajar al suelo para ver mejor. Y se encontró con dos niños pequeños.
En los ojos de él se apreciaba sorpresa. Eran dos chicos que se parecían mucho. En los de ellos, unos claros y otros oscuros, había curiosidad, mucha.
Los niños no dijeron nada, él, sin saber qué decirles, tampoco.
El tiempo pasaba, el viento soplaba lentamente entre ellos. Se sentaron los tres y se observaron largo rato más. Uno de los chicos se levantó y se acercó al chico que volaba, al chico que lo tenía todo, menos el contacto con los demás.
Y lo miró a los ojos y le cogió la mano. Lo hizo levantarse.
El otro niño también se levantó e hizo lo mismo. Y entre los dos chicos llevaron al chico infeliz, al chico que volaba a través de la explanada, y después cruzaron un río y llegaron a un prado. Allí, le soltaron y comenzaron a correr.
Él no se lo pensó dos veces, comenzó a correr, a seguirlos. Sus pies comenzaron a tener contacto con el suelo, despues de tanto tiempo. La hierba mojada tras la lluvia respondía al viento con suaves ondulaciones.
Y el chico disfrutó como nunca había hecho en muchos años.
Aquel fue el último día que se volvió a ver al chico que podía volar en el cielo. Desde aquel día, con aquellos chicos, había decidido que no quería tener algo que solo tenía él, porque realmente no se sentía feliz así.
Y el chico vivió para siempre con los pies en el suelo. Y con una sonrisa pintada en el rostro.
miércoles, 12 de mayo de 2010
El chico diferente
Principios de curso, invierno frío y muy blanco, ciudad nueva, gente nueva también fría y distante con aquellos venidos de fuera… Era un chico que se adaptaba fácilmente a todo tipo de situaciones y lugares, ya que estaba acostumbrado a viajar por motivos de trabajo de su padre, pero como él mismo solía decir a veces:
Y aquella era una de ellas.
Porque el chico llevaba varios meses ya en aquella ciudad, en el nuevo instituto, con nuevos compañeros…
Y nadie se había fijado en él.
Nadie le había saludado ninguna mañana, nadie se había fijado en él cuando caminaba perdido los primeros días por el pasillo, ni cuando pasaba los recreos solo, caminando por el patio de recreo sin mirar más allá de sus propios pasos.
Porque el chico era diferente.
Intentó hablarles, pero no le escuchaban. Intentó hacer gestos para que se fijaran en él, para que se dieran cuenta de que llevaba allí mucho tiempo, pero no le miraban. Incluso los llamaba, ya que sabía sus nombres al haberlos oído varias veces, pero no miraban, ni respondían, ni mostraban gesto alguno.
Intentó parecerse a ellos, pero era diferente. Lo intentaba, cambiaba su aspecto, compraba la ropa que ellos, veía los programas de los que se hablaba durante las clases, pero la gente seguía sin fijarse en él. Y él seguía siendo diferente.
Por las mañanas, en el instituto, era invisible. Por las tardes, en casa, sus padres podían verlo, y su perro, y sus hermanos, y podían hablar con él o hacer cosas juntos, pero tarde o temprano volvía a amanecer y al salir a la calle, seguía siendo invisible. Seguía siendo diferente.
Los días transcurrían lentos, aunque ya habían pasado muchos. Se acercaba el buen tiempo, el fin de las clases. El chico prefería el frío, aunque el calor no estaba mal. Intentó hablar con alguien para salir a algún parque por la tarde, poder charlar, tumbarse en el césped húmedo bajo un árbol durante varias horas, pero como siempre, esperó que nadie le viera ni oyera.
Aunque esta vez se equivocó.
Porque al girarse, se dio cuenta de que había una chica mirándole desde la primera de clase, con los ojos, pequeños, vivos y marrones. Miró para los lados, pero no había nadie allí, así que reunió todas las fuerzas posibles para decirle:
-Hola.
Pero su voz fue apagada por el sonido del timbre y cientos de voces indicaron el final de las clases hasta el próximo lunes. Cuando volvió a mirar donde la chica estaba, vio que ya no había nadie.
Tocó el timbre y cientos de voces indicaron el final de las clases hasta el lunes próximo. Cuando el chico quiso darse cuenta, la chica ya se había marchado.
Aquella misma tarde, el chico salió a dar una vuelta.
Y la encontró, sola, andando a unos metros por delante de él, su pelo oscuro se movía libremente mientras caminaba. Quiso acercarse a saludarla y hablar con ella, pero no podía, era diferente y no se fijaría en él.
Pero volvió a equivocarse. La chica se giró para entrar en una tienda, pero lo vio detrás, y se fijó en él.
Era la primera persona de su instituto que lo hacía. Y además se acercó a él y le dijo:
-¿Quieres dar un paseo?
El chico se quedó perplejo tras aquello, pero asintió con la cabeza.
Comenzaron a andar. La chica tenía los ojos brillantes y sonreía. El chico simplemente miraba al suelo como estaba acostumbrado a hacer.
-¿Por qué eres tan tímido?- preguntó ella con descaro.
La miró.
-Soy diferente- dijo, y volvió a agachar la cabeza.
-¿Eres diferente?- preguntó ella.
-Claro, nadie se fija en mi, intento hablar y hacerme ver, pero soy diferente y la gente no me hace caso-le explicó
-Pero… Puede que seas diferente, pero también eres como los demás. Tienes preocupaciones, te preocupas por tu futuro, intentas mejorar, tienes miedos… ¡Igual que todos! No eres más diferente que cualquier otro, eres tú mismo, nada más.
Nunca nadie le había dicho eso… Además, la chica era muy alegre, y eso le hacía sentirse muy bien.
La chica se detuvo y le miró fijamente.
-¿Quieres que vayamos a tomar algo? Puedo llamar a algunos amigos. Además, es viernes.
Le dedicó la mejor de sus sonrisas, y en sus ojos marrones, vivos y brillantes, se reflejó una sonrisa aún mayor de él.
lunes, 10 de mayo de 2010
Hacía mucho frío, pero me serviría para despejarme. Caminé con las manos en los bolsillos y la boca cerrada, y al poco tiempo me sentí tranquilo y en calma.
Pasaron los minutos y seguía andando, sin ningún rumbo fijo. La ciudad en la que vivía bullía de actividad: Hombres y mujeres ajetreados me echaban un rápido vistazo para poco después volver a fijarse en su camino.
Una voz llamó mi atención. Alguien pronunciaba mi nombre.
Me giré, pero no vi a nadie. Seguí mi camino.
Volvieron a llamarme.
Esta vez sí que la ví. Una mujer mayor al otro lado de la calle me miraba muy fijamente. Me resultaba familiar. Crucé sin problemas y me puse a su lado.
-¿Disculpe, me ha llamado?
-La mujer seguía mirándome, y dijo en voz baja:
-No hijo, pero me gustaría. Y se fue.
Me sentí muy confundido... Y decidí volver a casa.
Cuando llegué mi madre me dijo desde el salón:
-Hola hijo, han preguntado por tí.
-¿Quién?
-No lo sé, una mujer mayor llamó por teléfono.
-Una mujer mayor.- ahora sí que estaba perplejo- ¿dijo algo?
-Pues no, colgó al saber que no estabas. ¿Sabes quién era?
-No..
Subí a mi habitación y encendí el ordenador. Había recibido un mensaje privado hacía unos minutos. Decía: "Te veo en media hora en la misma calle donde estuviste"
Pero... ¿Qué era eso? No reconocí la dirección desde la que me llegó le mensaje... Pensé que sería algún conocido que querría verme, así que decidí acudir a aquella inesperada cita.
Volví a salir a la calle y el frío me recibió más duramente que la primera vez. Incluso me lloraban los ojos, aunque caminé decidido.
Llegué y miré el reloj: Habían pasado veinte minutos. Esperé.
Uno, dos, tres, cuatro... Los minutos pasaban rápidamente. Había pasado mucho tiempo. Decidí irme.
Pero justo cuando empecé a andar un gritó llamó mi atención.
Era un niño cruzando la carretera en busca de una pelota. Y aquella carretera estaba atestada de coches.
No me lo pensé dos veces y rápidamente crucé para intentar cogerlo y apartarlo de allí, antes de que pudiera ocurrir algo.
Y por suerte nada ocurrió. Lo agarré y lo llevé a la acera, lejos de cualquier peligro. Hablé con el niño, que no hablaba, simplemente me sonreía.
De repente llegó una chica sollozando. Tenía mi edad, más o menos, y sus ojos azules preciosos tomaron contacto con los míos.
-Muchísimas gracias, de verdad. Me distraje un momento y mi hermano se marchó jugando... Cuánto miedo he pasado...
-Ehh... No hay de que. Y no te preocupes, todo va bien ya- le sonreí
-Muchísimas gracias. Me suena haberte visto por la ciudad alguna que otra vez, ¿a qué instituto vas?- dijo. Se le cayó una carpeta llena de apuntes, con seguridad había más que en mi habitación.
Me agaché para ayudarla, y mi sorpresa fue enorme al ver una foto entre sus folios: Era la señora mayor que me llamó la otra vez en la calle.
-¿Conoces a esta mujer?- le pregunté perplejo.
-Sí, es nuestra abuela. Íbamos a visitarla justo ahora, cuando mi hermano se alejó y apareciste tú... No vive muy lejos de aquí. ¿Te apetece venir con nosotros? Podemos tomar algo después si quieres, es lo menos que puedo hacer después de tu gran ayuda.
-Miré al chico pequeño, esperando que dijera algo. Pero no decía nada, simplemente mantenía una gran sonrisa en su cara.
Comenzamos a caminar juntos, hablando de muchas cosas y muy rápido, era fantástico. Su hermano se limitaba a mirarnos con los ojos brillantes.
El tiempo pasaba... Y seguímos hablando, ella y yo, alegres.
Y olvidé todo lo ocurrido aquel día tan irreal. Olvidé el susto que había pasado con el niño, el mensaje privado extraño y también el frío que hacía ahora en aquella calle, donde había incluso más gente que antes.
Porque pese al color helado que tenían, aquellos ojos azules de la chica desprendían un calor que me hacían sentir bien, muy bien. Y olvidarlo todo.
domingo, 9 de mayo de 2010
Y el color gris en negro...
La hierba está más húmeda de lo que estuvo antes, tengo frío, mucho. Me pongo a gritar por si alguien me oye y a correr por el prado, buscando algún lugar desde donde observar bien dónde estoy.
Pero aquel prado no tiene fin...
Me desespero, corro de un lado para otro sin saber qué hacer.
Siento que está todo perdido...
De repente un ruido, y me despierto. Me encuentro tumbado, debajo de un árbol.
Me incorporo y ando un poco. Miro mis pies y veo una hierba muy fina y verde. Y a lo lejos, una voz me llama.
Comienzo a andar. Veo a la persona que me llamó, sonrío. Sé que todo fue un mal sueño, nada más.
Miro al cielo, y en mis ojos brillantes ahora se refleja un azul mucho más bonito que el soñado...
sábado, 1 de mayo de 2010
Pero de repente oigo su voz, y me doy cuenta de que no todo tiene por qué ir a peor... Sé que todo mejorará.
domingo, 25 de abril de 2010
viernes, 16 de abril de 2010
Positivismo
Eso debió pensar el chico, caminando por la calle cuando vio a una chica caminar a su lado en silencio, sin ni siquiera mirarle. Él siguió caminando, un poco ajeno a ella, porque no la conocía de nada pero sí que quiso decirle algo cuando se fijó en que estaba llorando...
Siguieron su camino sin mirarse, y de repente la chica se giró.
-¿Sabes que hoy tuve un mal día?- dijo, con lágrimas en los ojos marrones.
-El chico se quedó perplejo, miró a todos los sitios por si no le hablaba a él, pero no había nadie, así que intentó despejar su mente, y decir de la manera más amena posible.
-Puedo ayudarte en algo?
.... Continuará
jueves, 15 de abril de 2010
domingo, 4 de abril de 2010
Aprovechar el momento
sábado, 3 de abril de 2010
Soñar
jueves, 18 de marzo de 2010
Decenas de veces...
¿De qué lado estás?
martes, 16 de marzo de 2010
domingo, 14 de marzo de 2010
El pasado...
viernes, 5 de marzo de 2010
lunes, 22 de febrero de 2010
Historia sobre la felicidad
Se reunieron un día todos los dioses, y decidieron crear al hombre y a la mujer.
Planearon crearlos a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo: Esperad, si los creamos iguales a nosotros, tendrán un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra... Debemos pesar en algo que los diferencie de nosotros, ya que de no ser así, estariamos creado dioses compañeros.
-Tienes razón- dijo otro. -Debemos quitarles algo, pero, ¿qué?
Despues de pensar mucho uno de ellos dijo: !Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás...
Propuso el primero: Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro: No, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien subirá, y la encontrará, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.
Luego propuso otro: Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contestó: No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien construirá un artilugio para explorar los mares, y entonces la encontrará.
Uno más dijo: Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra, y le dijeron: ¡No!, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que puedan viajar a otros planetas y la descubrirá, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.
El último de ellos, un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren, todos se dieron la vuelta asombrados y preguntaron al unísono: ¿Dónde?
La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.