Caelum Albus

Un lugar donde ver, pensar, reflexionar, compartir, y sobre todo, creer...

lunes, 14 de noviembre de 2011

It must be a love story

Y una noche como esta. La luna en el cielo, con el viento fresco típico de estas fechas. Fechas de cambio y cambios vinieron a mi vida tras esa noche de principios de Octubre.

Una noche cualquiera. Un día planeado para disfrutar de nuestra nueva etapa de estudios y vital. Un viaje en coche en el que yo pensaba en acercarme a ti. Esa chica que se reía mucho con una buena amiga, pero que parecía atenta a otras cosas y asuntos o personas.

Yo trataba de acercarme a ti sin demasiado disimulo, porque era lo que más quería. Puedes pensar que no, que pasaba más tiempo o parecía más cómodo con otras chicas y por ello estaba interesado en aquellas y no en ti. Pero no, ese fenómeno tiene una explicación, y es que de los sentimientos que comenzaba a sentir se derivaban algunos efectos secundarios como la timidez, vergüenza o incapaz de hilar frases largas o interesantes contigo.

Y compartíamos momentos, pequeñas charlas en las que me sentía como un hombre perdido en el desierto y que prueba unas gotas de agua: con ganas de más. Es por eso que me acercaba tanto a ti. Todo tiene su causa y su efecto, ¿no dicen eso? Pues yo creo que sí

Y me gustó el efecto de tu interés, tus sonrisas y aunque en su día no me di cuenta, de timidez y vergüenza.

Se llegó al momento decisivo de la noche y yo sentía que todo había pasado muy rápido. Las conversaciones, los pequeños contactos visuales, las sonrisas y demás. Sentía que tu marcha se acercaba y yo debía hacer algo. Un golpe de suerte, una decisión espontánea o una petición podían servirme. “¿Te acompaño a la parada?” No vi ningún argumento por el que tuvieras que decir que sí, no vi ni siquiera el por qué de mi petición visto desde fuera…

Pero dijiste que sí. Y ya había ganado bastante.

Me sentí crecido y lanzado me acercaba más a ti, ya sin miradas ajenas que pudieran darme cuenta de mi timidez, que se desbordaba contigo cerca. Sin embargo, pequeños detalles- esos en principio insignificantes pero que van sumando muchos minipuntos, o conformando sentimientos- decidían cada momento de aquella noche.

Recuerdas aquel rato en el banco, aquella tentación que conseguimos controlar aquella vez ¿verdad? Ahora que lo siento, fue la única y última que reprimimos.

Porque ya llegamos a una conclusión, a un sentimiento a partir de esos momentos, esos detalles, esos recuerdos que en aquel fin de semana tuvimos de ese jueves y esas miradas y sonrisas.

“It feels so good it must be love”   Y parece que cobie caillat tenía razón.   Nos citamos unos días más tarde, en la que debía ser una cita, con sus nervios, sus timideces, indecisiones y rarezas.

Todo ocurrió más o menos así, salvo un detalle importante. Y es que el sentimiento reciente era mayor que todo. Y superamos la timidez, y los nervios y todo. Y nos sentamos cerca, y nos tentamos- o yo a ti- y nos acercamos más, y nos miramos largo rato.

Y te agradezco el detalle: me besaste.

Y sentí calidez, mucho amor y un sentimiento que hasta hoy, bastantes días después tengo alojado en muchas zonas de mi cuerpo. Como mis labios, que te recuerdan a ti y solo a ti. Que no necesitan de nadie más y saben complementarse con los tuyos, ligeros, tiernos y pasionales. Como mis ojos, que no han visto nunca a nadie como a ti. Que nunca conectaron con unos ojos como con los tuyos, pequeños, marrones y muy vivos. Que me miran con mucho amor tanto de día como de noche cuando noto tu respiración cerca de mi.


Te quiero, y tanto estos sentimientos como su historia vista por un chico enamorado continuarán muy pronto.