Caelum Albus

Un lugar donde ver, pensar, reflexionar, compartir, y sobre todo, creer...

sábado, 18 de enero de 2014

Y si...

Y si... Y si... Y si...




¿Cuántas veces nos han invadido esas dos palabras? ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido de no haber hecho algo, de no haber probado, de no haberlo intentado?

Miradas fugaces de alguien que te gusta, sonrisas que invitan a algo más, un "mañana lo hago mejor", un "mañana si eso le llamo", un enfado eterno tras una discusión, no decir "perdón" en el momento... Pequeños y grandes momentos en los que eras consciente de que ahí estaba la diferencia, de que había varias alternativas, pero escogiste la más fácil, la que menos miedo te daba. 

Nos creemos valientes pero, en esos instantes fugaces en los que debemos demostrar esa virtud que pensamos tener, elegimos el camino más seguro. Optamos por el que da menos vértigo y en el que no arriesgamos nada. El mismo camino que sabes que está abierto a otras posibilidades y que te da paso a probarlas.


Todos hemos tenido ese tipo de experiencia, y una no, sino miles de veces en nuestra vida. Esas veces todos nos prometemos no volver a hacerlo más, que para la próxima vez no lo dejarás pasar. 

Y muchas veces nos mentimos, porque luego no lo cumplimos, la oportunidad pasa y en nuestra cabeza comienza a resonar de nuevo: "Y si..." "Y si..." "Y si...".

Por eso, tomemos ahora consciencia de todo ello, llenémonos de fuerza, coraje, de valentía. Porque hay muchas posibilidades de que si te dejas llevar por tu corazón y dejas que éste determine el momento, no tengas que volver a escuchar en tu cabeza ese famoso, repetitivo y molesto "Y si..."

Yo fui valiente una vez, la ocasión más importante que he tenido porque me jugaba el amor de una persona. A pesar de que mi cabeza no quería arriesgarlo todo, mi corazón por el contrario dijo que luchara por ella.

Yo no dejé pasar la oportunidad de aprovechar su fugaz mirada, ni de dejar de sonreír cuando pasaba a mi lado aunque me muriera de vergüenza. Ella se convirtió rápidamente en todo lo que yo deseaba y no fui tan estúpido como para ignorarlo. Es más, no sé cómo pero fui yo quien le dí la oportunidad de verme y dar un paseo juntos para que ella eligiera darme su mano o dejarse vencer por las dos viejas y conocidas palabras: "y si...".  








Por suerte, eligió mi mano.








Y mereció tanto la pena... 

0 Comentarios:

Publicar un comentario